domingo, 30 de diciembre de 2012

366 días.

El 31 de diciembre es la fecha catalogada de manera no oficial como el día para hacer balance personal de todo lo vivido durante un año, 365 días. Y en el caso de 2012, 366 días. No de hacer un balance completo de todo. La economía sigue igual o peor si cabe, todo el mundo se sigue quejando por todo (y con razón en la mayoría de casos), sigue existiendo el hambre, la pobreza, la riqueza, los políticos corruptos y los cantantes haciendo playback en programas especiales de televisión. Pero no. Hablo de nosotros. De pensar solamente durante un día en nosotros, de pensar si nuestro año ha sido bueno, malo, extraño, diferente, divertido, o único. Es el momento de poner en una balanza todo lo acontecido, y decidir cual de los dos lados pesa más. 

Te das cuenta al utilizar esa balanza de todo lo acontecido, tanto bueno como malo, y de cómo todas esas cosas han hecho que el 2012 comenzase de manera completamente diferente a como ha acabado. De personas que el 1 de enero estaban y el 31 de diciembre no, y viceversa. De relaciones que existían y ahora no, y al revés. De lo que no hubo ni a comienzos de año ni al final, pero sí durante él. 

Y es que nuestra vida, nuestros días, se ven influidos básicamente por nuestro entorno, nuestras personas. Porque una acción que pueda cometer alguien puede cambiarte completamente. Las palabras de una persona un día suelto que se convirtieron en palabras continuas diarias. Las discusiones fortuitas que pudieron pasar a una rutina de imposible entendimiento. Los besos esperados convertidos en besos diarios. Los besos diarios convertidos en recuerdos pasados. 

Es abrumador. Es completamente abrumador pensarlo. Hay montones de cosas que nos han ocurrido, que nos han cambiado, que nos han hecho sentir, pero hay unas pocas contadas que son las primeras que se nos han podido venir a la mente al pensar lo que ha cambiado todo durante un año. Incluso cosas que puede que ahora y hace 365 días (o 366), no tuvieran relevancia, pero que sí la tuvieron en cierto momento dentro de este periodo de tiempo. Hechos comenzados y terminados en el mismo año. Hechos importantes. 

No nos vamos a acordar de la ropa que decidimos ponernos el primer día del año o de la pelea que tuvimos cierto día por una mala interpretación de un comentario. Nos acordaremos de aquellos que son importantes, y de los que no lo son pero lo fueron. 

La verdad, 2012 ha sido un buen año, a pesar de todo lo malo. Por los buenos momentos, y lo que perderlos y sufrir por ello nos ha enseñado. Por haber aprendido de todo ello, y haber crecido como personas, de la manera que sea. Por los cambios. Los cambios malos, los buenos y los inusuales. Por habernos sorprendido con el comportamiento de las personas, y el nuestro propio. Por habernos dado cuenta de lo que somos. Porque nadie podía imaginar hace un año que 366 días después tantas relaciones hubiesen cambiado tanto. Porque no podíamos imaginar que 366 días después seríamos personas un poco más diferentes a lo que éramos antes. Por todo ello, ha sido un año bueno, malo, extraño, diferente, divertido, único. 



Feliz año nuevo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Armonía, melodía, poesía, ritmo y silencio.

Un acorde en música es algo muy sencillo, aparentemente: hablando de acordes simples, las triadas,  tres notas. Tres notas que suenan a la vez y que crean una armonía. 

Dicho de manera sencilla, esta armonía viene dada porque esas tres notas tienen una relación entre sí, y pertenecen a una misma escala. A este acorde le puede continuar otro, y otro, y otro, y entonces surge una composición armónica, mucho más complejo pero con sentido unitario. A estos acordes simplones se les puede añadir (o no) más notas, y cobra cada vez más sentido y fuerza.

Entonces aparece la melodía y se coloca sobre la armonía. Es decir: un pianista se pone a tocar un acompañamiento sencillo de acordes, y de repente comienza a cantar, a contar algo, algo que se ha apoyado previamente en los acordes principales.

Pues bien, las personas son como la música en cierto modo. Por ejemplo: dos personas se conocen, cogen confianza, tienen a sus amigos en común, y todos entre ellos forman un grupo: la escala. El conjunto de notas que va a funcionar en común. Lo que va a hacer que todo tenga sentido. 

Esas personas, esa escala, van a formar relaciones, recuerdos, momentos. Los acordes. Todos se ponen en común para crear una historia, para forjar unas relaciones entre ellos. Y ahora es cuando contamos una de todas las cosas que ocurrieron. La historia principal de las dos personas que se conocieron y que formaron parte de ese grupo, la melodía. La melodía es aquello que creemos que escuchamos, cuando realmente es solo una pequeña parte de todo lo que podemos oír. 

La melodía da la historia principal, la escala ofrece una serie de emociones, los acordes dan estabilidad, la rapidez aporta calma o inquietud, la intensidad da emoción, y los silencios a veces no esconden nada, sino que lo dicen todo.

Cuando escuchamos la canción no estamos escuchando tan sólo una letra cantada, o una sucesión de notas aisladas. Lo que realmente sentimos es toda la canción. Estamos escuchando un conjunto entero de armonía, melodía, poesía y ritmo. Y si una de esas cosas cambian, un acorde durante el estribillo no está, o falta una cadencia al final de la composición, la historia cambia. 

Y lo mismo pasa con las personas. Exactamente lo mismo. Porque nos cuentan una historia y nos la creemos, nos la creemos como tontos. Y criticamos, criticamos como si lo supiésemos todo, cuando no nos hemos molestado en saber toda la historia completa. No sabemos todas las personas que han influido en una historia, en una decisión, todos los hechos anteriores, todos los sentimientos que decidieron aparecer anteriormente y que nadie conoce. 

Que si cuesta tanto ser compositor y se valora tanto, será por algo. Que no podemos andar juzgando sobre algo que no sabemos. Que escuchamos la melodía sin querer sentir la armonía, y ese es, desgraciadamente, un error muy extendido. Que debemos escuchar incluso los silencios.




martes, 13 de noviembre de 2012

"No. No estoy bien"

"No pasa nada, estoy bien."

No, no estás bien. Te han hecho daño, y por muy pequeño que este haya sido, no estás bien. No estás bien porque te has hundido por dentro y ni siquiera tienes palabras para decirlo. No estás bien porque no puedes ni comer, ni dormir, y sientes que ni siquiera puedes respirar. 

No estás bien porque lloras cada vez que piensas lo que has perdido y lo que nunca tendrás. Porque sonríes falsamente cuando te preguntan cómo estás. Porque te aíslas en los únicos pensamientos que ocupan tu cabeza durante todo el día sin saber que ocurre a tu alrededor. 

No estás bien porque sientes que nadie puede entenderte, porque no tienes a quién contárselo. No estás bien porque incluso te da vergüenza que sepan lo que te ocurre, porque ha pasado tanto tiempo que te tomarían por loco si dijeses que aún te afecta. 

No estás bien porque ya no vas a poder decir lo que pensabas a alguien. No estás bien porque piensas que nadie va a sentir por ti lo que tú sentiste una vez, porque piensas que nadie va a hacer por ti lo que tú hiciste por ellos. No estás bien porque sabes que te van a hacer daño. No estás bien porque eres demasiado para alguien y aún así te considera inferior.
No estás bien porque a pesar de tener unas sonrisa en la cara, te puede llorar hasta el corazón.

No, no estás bien. Te acaban de hacer daño, aunque sea una aguja comparada con un puñal, pero te ha hecho daño. Aunque tan solo sea una mala contestación o una pelea con orgullo, pero es la guinda del pastel, la gota que colmó el vaso. Que sí, que no es nada, pero aunque esto pueda estar mal, si quieres explotar, explotas. Y si quieres llorar, lloras. Y si te quieres enfadar, te enfadas. Porque tienes todo el derecho del mundo a coger toda esa montaña de mierda y tirarla por la ventana de una vez. 

Y que lo primero que puede ayudarte a dar el primer paso para cambiar todo eso es decirlo: "No. No estoy bien". 

domingo, 30 de septiembre de 2012

"No, yo soy así".

- Puedes sobrellevar la situación o verte superada. La decisión es tuya. 

- No es como me lo había imaginado.


- Nunca lo es. Siempre van a decirte quién eres, ¿Sabes? Devuelve el golpe diciendo "No, yo soy así". ¿Quieres que te miren con otros ojos? Pues oblígales. Si quieres que las cosas sean diferentes sal a comerte el mundo, porque las hadas madrinas no existen.



"Once Upon A Time".

domingo, 16 de septiembre de 2012

Las cosas claras mejor.

Vamos a dejar claras una serie de cosas: 

Gilipollas es quien se dedica a joder a todo el mundo, no quien es jodido por los demás. 

No debe sentirse como una mierda aquel a quien hablan mal, sino quien habla mal a los demás.

Un inepto es el que se ríe de quien no es capaz de hacer algo, no quien no puede hacerlo, pues es incapaz de entender las dificultades de alguien.

Una persona falsa no es quien no saluda a alguien por la calle que tan sólo conoce de vista, y que cuando están con más gente sí lo hace, sino quien habla de alguien mal a sus espaldas y a la cara le dice lo contrario. 

Imbécil no es quien se preocupa por alguien y no es agradecido por ello, sino quien ni siquiera es capaz de ver esa preocupación.

No es un borracho ni tiene un serio problema alguien que se coge una cogorza un fin de semana, tiene lagunas de memoria que parecen océanos y lo vomita todo, sino quien tiene que esconderse para beber diariamente.

Mala persona no es aquella que hace cosas malas y luego se arrepiente. Mala persona es quien hace cosas malas y, sabiéndolo, piensa que son lo correcto.

Idiota no es alguien que llora por otra persona. Idiota es quien hace llorar, y consciente de ello, no se siente mal o pide siquiera perdón.



Que quede todo claro.





sábado, 15 de septiembre de 2012

La vida es como una borrachera.


Hablamos de la vida como si lo supiésemos todo, como si la hubiésemos vivido entera y no debiéramos más que despreciarla. Hablamos de la vida como si fuéramos expertos, como si supiésemos lo que debemos hacer en cada momento, cuando ni siquiera hemos hecho la décima parte de lo que deberíamos haber hecho hasta el momento.
A veces planteamos la vida como algo que una vez acaba ya no existe, deja de importar. Como algo que "una vez mueres ya no importa". Y es que no nos damos cuenta de que no sabemos apreciar lo que tenemos. 
La vida nos regala lo mejor de todo: el no saber lo que va a pasar. El hecho de que cada acto, cada decisión que tomemos, desencadene algo inesperado. El hecho de poder aprenderlo todo a partir de la nada. 
Que de los errores se aprende, que si una piedra te hace tropezar, también te hará aprender a esquivarla para la próxima vez. Que si nunca nos ocurriesen cosas malas, tampoco nos ocurrirían buenas, pues sin lo malo lo bueno no existiría. Que sin sufrimiento no hay recompensas, y sin dolor no habrá alegría después. Los errores, los sentimientos, son parte de la vida. Regalos previos a otros mejores. 
Que despreciamos y malgastamos la vida, y no nos damos cuenta de que esa vida es como una puta borrachera. Que hay que embriagarse, olvidar miles de cosas y recordar otras, aprovecharla para disfrutar aunque puedas sufrirla a veces. Que la vida es como una borrachera que te coges sabiendo que puedes pasarlo mal, y aún así quieres disfrutarla, pues sabes que acabará tarde o temprano.
Claro, que todo esto es una suposición. Que hablo de la vida como si lo supiese todo, como si la hubiese vivido entera, cuando todavía no he vivido casi nada. Que si es un error todo lo que he dicho, la próxima vez trataré de esquivar la piedra.




domingo, 12 de agosto de 2012

¿Y si nadie se da cuenta cuando hayas desaparecido?

Un temor que todos tenemos, queramos o  no reconocerlo, es la soledad. Nos puede gustar muchas veces estar solos para pensar, recapacitar, incluso para pasarlo bien simplemente a solas. Pero a nadie le gusta estar "solo", en el sentido estricto de la palabra. 
Queramos o no, una parte muy importante de nuestra vida son las personas que nos rodean, las personas con las que compartimos el día a día, a las que queremos. Esas personas son las que, aunque te encuentres sin nadie más dentro de una habitación, están siempre contigo. Esas personas son aquellas que si faltasen no tendríamos nada. Aquellas que tenemos necesidad de tener, pero también necesidad de que nos tengan. 
El hecho de saber que cuentas para una persona como algo más que una compañía es necesario para cualquiera, de saber que eres importante en su vida, que te echará de menos cuando faltes. El saber que no cuentas sólo para ti mismo sino para los demás.
Y es que nadie, absolutamente a nadie, querría marcharse dejando a todo el mundo indiferente. Nadie querría darse cuenta de que nunca va a dejar un vacío, porque nunca ocupó ningún lugar. Yo personalmente, aunque pueda llegar a sonar incluso algo egoísta, si no soy capaz de dejar un mísero vacío a nadie, si nadie me recuerda aunque sea al contar una anécdota mientras toma una caña, si nadie se da cuenta cuando haya desaparecido, desde luego preferiría desaparecer.





domingo, 5 de agosto de 2012

Siempre creo que todo es una trampa hasta que se prueba lo contrario.

- ¿Creéis entonces que se trata de una trampa? - preguntó el conde.
- Siempre creo que todo es una trampa hasta que se prueba lo contrario -replicó el príncipe -. Razón por la que sigo con vida.

La princesa prometida (Willian Goldman).

sábado, 5 de mayo de 2012

¿Quién es el responsable?

Según va pasando el tiempo nos vamos dando cuenta de lo que teníamos y de lo que tenemos, y de como cada vez nos importan menos unas cosas y más otras. Vamos viendo quienes son las personas que más importan en nuestra vida, y en qué vidas importamos nosotros, en cuales somos imprescindibles y en cuales nadie se daría cuenta si desapareciésemos. Porque sí, vivimos todos la misma realidad, pero en esa realidad hay millones de vidas diferentes, millones de visiones de la misma.
Poco a poco, podemos ir teniendo conciencia de lo que no queremos, y más difícilmente de lo que queremos. Poco a poco podemos darnos cuenta de que hace X tiempo veíamos a alguna o algunas personas de una manera completamente diferente a como podemos verlo ahora, y caemos en la duda. La duda de si fue un error habernos encontrado con esas personas, de si lo fue que ellas se encontrasen con nosotros, de qué hubiese cambiado en nuestra vida si no las hubiésemos conocido. 
Me gustaría saber por qué en un momento determinado alguien importante dejó de serlo, o por qué alguien que no estaba en mi vida, ni siquiera en mi realidad, apareció de repente. Me gustaría saber qué cambia en las personas para que dejen de complementarse. Me gustaría saber quién decide si tengo que preocuparme o pasar de algo. Me gustaría saber quién decidirá la próxima persona que entrará en mi vida sin yo saberlo. ¿Es el azar el responsable de todo esto? ¿El dichoso destino del que tanto hablan? ¿La casualidad? No creo. Los responsables, queramos o no, somos nosotros mismos.


"We create our own destiny."


viernes, 13 de abril de 2012

Personas de cristal.

A veces no nos damos cuenta del daño que podemos llegar a hacer a otras personas con un par de palabras o un mal gesto. El dolor que puede causar la ignorancia y la indiferencia que les mostramos, como si no fuesen nada, como si no estuviesen. A veces, pensamos que el dolor no existe en ese momento. Pensamos que no hemos hecho ningún daño a alguien cuando puede que se esté muriendo por dentro. A veces toda la humanidad que queremos mostrar es una fachada que no sirve de nada.
¿Quién te dice que alguien no está sufriendo continuamente? ¿Que no está poniendo una puta sonrisa todos los días en su boca que desearía quitar? "Personas frágiles, personas de cristal". En cualquier momento pueden caer y romperse en pedazos tras acumular tanta mierda, y parece que se desbordan con cualquier gilipollez. No.
¿Quién cojones somos los demás para juzgar a alguien de quien posiblemente sepamos mucho menos de lo que creemos? Es probable que esas personas tan frágiles sean las más fuertes. Los que cargan con todo en su espalda. Y es que a veces, y sólo a veces, conseguimos darnos cuenta. 

"De verdad que estás bien, ¿No?"
"Sí. Estoy bien."




lunes, 26 de marzo de 2012

Que si vivir es durar, prefiero una canción de los Beatles a un Long Play de los Boston Pops.

Hay que dejarlo claro de una puta vez: Vivir no es mantenerse con vida, tener 70, 80, 90 años y no haber muerto. Vivir es... vivir. Vivir es caer en paracaídas, montar en una montaña rusa, hacer un salto mortal, no tener tiempo para contar todo lo que has hecho para vivir, porque aún vas a seguir viviendo. ¿He exagerado un poco? De acuerdo. Vivir es hacer lo que quieres, hacer algo útil, algo que sirva. Vivir es no desaprovechar la vida en tonterías o en lo que no se desea. Vivir es poder llegar a ser mayor (o ni siquiera) y poder decir que has vivido y que te puedes morir tranquilo. Vivir es sentir, amar, odiar, llorar, reír, decepcionarse y sorprenderse. Vivir corto y como quieres es mejor que vivir mucho tiempo y sin haberlo hecho realmente. Vivir es nacer, aprender, disfrutar y morir. Un ser que vive siempre muere, y ya no le importa. Alguien que ha sufrido, reído, llorado, amado, odiado y sentido todo lo que podía sentir puede morirse a gusto. Pero, ¿Cómo piensa morir alguien que nunca ha vivido? 


-¿A vos te parece que fregar todo el día en la casa es vivir, Susanita?
-¿Por qué no? Mi bisabuela no hizo nunca otra cosa y tiene ochenta y tres años, ¿Qué me decís?
- Que si vivir es durar, prefiero una canción de los Beatles a un Long Play de "Los Boston Pops".

domingo, 25 de marzo de 2012

Adaptarse o morir.

'"Adaptarse o morir". Por muchas veces que lo hayas oído, la lección sigue siendo difícil. el problema es que somos humanos, queremos más que solo sobrevivir. Queremos amor, queremos éxito, queremos ser lo mejor que podamos ser. Peleamos con uñas y dientes para conseguirlo, y lo demás nos parece la muerte.'

Grey's.



sábado, 24 de marzo de 2012

Soñar es gratis.

Vamos a hacer como que nada cambia, como que todo sigue igual. Pensemos que somos felices continuamente. Vamos a aparentar que nadie nos puede hacer daño y que tenemos un cuerpo de acero. Vamos a decir que no nos importa lo que nos digan los demás, que sólo nos importa lo que pensemos nosotros. ¿Por qué no pensar que nada ni nadie nos preocupa? Vamos a soñar que somos felices. Vamos a creer que somos capaces de hacer cualquier cosa que nos propongamos. Soñar es gratis, y es una de las cosas más bonitas que tenemos. Soñar puede traerte la decepción de ser tan sólo un sueño o la satisfacción de que sea una realidad. Soñar nos hace sentir estúpidos, pero no podemos permitirnos dejar de hacerlo.



martes, 6 de marzo de 2012

La segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.

A mi siempre me ha gustado el cuento de Peter Pan. De pequeña nunca quise crecer. ¿Quién no ha soñado nunca de niño con que Peter abriría su ventana para llevarle a Nunca Jamás para siempre? Con volar a la segunda estrella a la derecha, montar en el barco del Capitán Garfio, y oír el tic-tac proveniente del estómago del cocodrilo. Desde luego, siempre ha sido y será uno de mis cuentos favoritos, por no decir mi favorito. Siempre quise viajar al País de Nunca Jamás y quedarme allí con Peter. 
Siempre le vi como un valiente. Lo era... casi lo era. Lo era para los niños perdidos, para Garfio. No necesitaba una mamá, el decía que estaban pasadas de moda. No necesitaba que cuidasen de él, porque era capaz de hacer todo por sí solo, y ser un niño. Para mí siempre ha sido un valiente, excepto por el hecho de que nunca se atrevió a vivir la vida real, a contratiempo. Nunca se atrevió a vivir una vida.
Es mejor que él nunca sepa que hemos crecido demasiado, y da miedo pensar que no podemos parar el tiempo e irnos con él. Pero... ¿Tanto miedo tenemos?




"Mira, hijo, lo que pasa con Peter Pan es que él es un cobarde. Sí, un cobarde. Él tuvo la oportunidad de vivir una vida y la desperdició. Simplemente se volvió al jodido País de Nunca Jamás. Se quedó solo, para siempre, y eso tan sólo dependía de él. Pobre vieja Wendy... Tuvo que envejecer sin él. Es una jodida y verdadera tragedia, si me lo preguntas. Bueno, supongo que ya eres lo suficientemente mayor como para tomar tus propias decisiones, o llevar a cabo tus propios errores. Es todo lo que te puedo decir. Ahora todo depende de ti, hijo. O te quedas, o corres. Basta con mirarse a uno mismo, ¿Eh, muchacho?"

martes, 28 de febrero de 2012

El juego.

¿Sabéis esos juegos en los que llega un punto en que te dan dos opciones a seguir, siendo una la segura y otra la arriesgada? La segura sabes lo que es, sabes que es lenta pero correcta y nunca te va a defraudar. La arriesgada es una incógnita. Es una carta sorpresa, una caja con interrogación, un sombrero de copa misterioso de cuyo interior depende nuestro juego. Puedes perder o ganar directamente. Puedes quedarte atrás en la carrera o llegar el primero. Puede que no puedas seguir jugando, pero puede que consigas adelantar a quien eligió la opción más segura.
Pretendemos ser lo que no somos. Por lo menos en algo, y no podemos decir que no. Nos asusta el futuro y nos resguardamos en lo que creemos que debemos hacer. Pero pocas veces tratamos de hacer lo que queremos. Hay una pequeña (o gran) diferencia entre hacer lo que debemos y hacer lo que queremos, y como siempre, el deber gana al querer. 
Debemos tener una familia, muchos hijos, no sentir nada más por nadie desde una temprana edad, vivir toda una vida con la persona que queremos, o que queremos querer. Tratamos de tener un futuro asegurado, algo que nos dé de comer, algo que nos haga vivir bien por el resto de nuestra vida. Queremos unos estudios, unos bien encaminados que nos hagan llevar la vida ideada para nosotros. No nos planteamos la posibilidad de que quizás, debemos hacer lo que queramos, lo que nos de la gana. 
Vivir la vida perfecta, ajena a problemas financieros o sentimentales pero sin haber realizado lo que queremos, es caminar por un puente bajo el que no hay ningún peligro, pero que no lleva a ningún sitio. Arriesgarnos a conseguir dicha vida corriendo el riesgo de morirnos de hambre en el camino pero haciendo lo que nos llena realmente, es la otra opción: Coger el puente que cuelga sobre el precipicio infinito, pero que te lleva a tu destino en el camino. Puedes tropezar, caer, no llegar nunca. O puedes llegar al final, y puede que el primero.
La mayoría de nosotros solemos optar por el puto camino seguro, pero aunque sea tan solo de vez en cuando, quizás debamos arriesgar. Coger la carta sorpresa, abrir la caja con interrogación o echar un vistazo a la copa del sombrero.




viernes, 10 de febrero de 2012

¿Qué se siente al tener que mirar siempre hacia arriba?

Los mayores ya no recuerdan lo que era ser niño.
Por mucho que digan lo contrario. 
Ya no lo recuerdan, creedme. 
Lo han olvidado todo. 
Lo grande que les parecía el mundo entonces. 
Lo difícil que podía resultar subirse a una silla.
¿Qué sentían, al tener que mirar siempre hacia arriba?
Lo han olvidado.
Ya no lo saben. 
Tú también lo olvidarás.
A veces, los mayores hablan de lo bonito que era ser niño.
Incluso sueñan con volver a su infancia.
¿Pero con qué soñaban cuando eran niños?
¿Lo sabes?
Yo creo que soñaban con llegar a ser adultos por fin.

Cornelia Funke, El Señor De Los Ladrones

sábado, 4 de febrero de 2012

Those who smoke cigarettes and listen to rock ‘n’ roll music.




“We were the chosen rejects. We chose not to be apart of the popular crowd. I mean, I can remember a lot of times the more popular people, the ‘jock type’ of people who were into sports, and staying clean, and brushing their teeth all the time, they always asked me if I wanted to join their little club, and I decided not to, you know, I would rather hang out with the people who didn’t get picked for the baseball team, you know, who smoke cigarettes and listen to rock ‘n’ roll music.”

Kurt Cobain.


jueves, 2 de febrero de 2012

Como un camaleón.

No sabemos nada. Claro, que siempre es una manera de hablar. Sí que sabemos ciertas cosas. Sé que 23 es más que 15,  que el perro y el gato no se llevan bien, que durante el día hay sol pero por la noche no. Sé incluso hacer algún barullo de cuentas y algunos datos de historia. Pero no sé mucho más. En definitiva, prácticamente no sé nada. Ni yo, ni nadie. Unos reducen ese "nada" un poco más, pero al fin y al cabo es lo mismo. 
¿No resulta frustrante? Hay miles de monumentos que nunca veré, miles de lugares en los que no estaré, y siempre habrá algo con lo que no me habré deleitado. Hay miles de personas que nunca conoceré. Qué digo miles... ¡Millones! No, no podemos conocerlo todo.
Y lo peor de todo no es no saber lo que están haciendo esas personas en la otra punta del mundo, no conocerlas nunca, o no saber cómo se comportan. Lo peor de todo es darnos cuenta de que, por mucho que pensemos lo contrario, no conocemos lo que creíamos que sí. 
Creemos que una persona es de una manera, que le llaman la atención una serie de cosas, que se enfada por otras. Que en ciertas ocasiones se comportará de un modo pero por lo general no, y cual camaleón, de repente cambia el color de su piel. Ya no. Ya no le gusta lo mismo, ni se enfada por lo mismo. Lo que antes le cabreaba ahora no, y viceversa. Entonces pensamos que cómo ha podido cambiar tanto, pero no nos damos cuenta de que, quizás, no haya cambiado. Quizás no la hayamos terminado de conocer, y es posible que ni siquiera hayamos empezado. 
Esto nos demuestra una cosa, y es que tan sólo somos capaces de conocer algo: A nosotros mismos. Sabemos cómo somos, y eso nadie nos lo puede quitar por mucho que nos digan. Si eres alegre, que no te hagan estar triste. Si eres avispado, que no te digan lo contrario. si eres inteligente, que no te llamen imbécil. Si eres increíble, que cojones, eres mejor que todos ellos.

Y si realmente nos creemos lo que nos dicen los demás de nosotros, es que ni siquiera sabemos conocernos a nosotros mismos, y entonces seremos tan sólo un camaleón. Justamente, como todos los demás. 




jueves, 26 de enero de 2012

A la mierda.

¿Sabéis esa sensación de pensar que alguien es de una manera y que de repente te enteres de que no es como pensabas? ¿De que os habéis visto en la misma situación, y mientras os habéis comportado de una manera, él o ella ha hecho lo que tú nunca hubieses hecho para no hacerle daño? Pues eso.

Lo peor no es cuando te das cuenta de que ya no es lo mismo, sino cuando te das cuenta de que el resto no haría lo mismo por ti. A la mierda con todo.

"El resultado no es justo"

Ayer me dijeron, por una cuestión de un partido, "el resultado no es justo". Eso. "El resultado no es justo". Y sobretodo, por quien me lo dijo y por ciertas circunstancias que estaban ocurriendo me puse a pensar en ello. 

El resultado no es justo nunca. Las cosas no salen como las planeamos. Hay problemas, discusiones, y muchas veces tienes que callarte, tragarte la mierda, asumir la culpa cuando sabes perfectamente que no la tienes sólo para que el resto se sientan bien, crean que ellos no han hecho nada. Porque la verdad, es que antes que el orgullo van las personas. O por lo menos, a mi modo de ver. Porque prefiero que una persona que me importa se sienta bien y piense que tengo la culpa, a que esté continuamente oyéndome decirle todo lo que le echaría en cara, sin saber lo que él o ella piensa, sin preocuparme por otros puntos de vista. 

Y seguramente sea una actitud estúpida, seguramente esté haciendo el tonto, no valorándome, no sintiéndome como debería. Seguramente así no me beneficie en absoluto y lo único que haga sea comerme la cabeza para hacer que las cosas funcionen cuando no puedo, para que las cosas sean como yo quiero pero "sin tener yo razón". Seguramente que no le diga a nadie lo que pienso en este sentido sea una completa gilipollez, y que lo escriba aquí para que no lo vea nadie sea la cosa con menos sentido que puedo hacer.

¿Que hay gente que por encima de todo tiene el orgullo y le da igual el resto, con tal de que los demás piensen bien de ellos? Bien. Sólo me gustaría decirles algo: Disfrutad lo que podáis manipulando, haciendo que los demás se sientan mal, creyendo que sois lo más importante en el mundo, no valorando a las personas que os quieren. Sentiros bien mientras tanto, porque es todo lo que tendréis, un puto buen sentimiento que no beneficia más que a uno mismo, y que jode a los demás contínuamente. 

El resultado nunca ha sido justo, no lo es, ni lo será. Siendo realistas, sí. Nos pueden salir las cosas bien. Pero la vida no es color de rosa. Nos pueden salir bien en un momento, mal en otro. El resultado no es más que la síntesis de un conjunto de cosas, que a menudo sale en números negativos. El resultado, por mucho que queramos tornarlo a nuestro favor, a veces sale mal. Y a menudo, cuando sale mal, lo es para todos.

domingo, 15 de enero de 2012

A veces, cuanto más cambien las cosas, más siguen siendo iguales.



Nada permanece igual mucho tiempo. O nos adaptamos a los cambios, o nos quedamos atrás. Los cambios no nos gustan, los tememos. Pero no podemos detenerlos. Sí, o nos adaptamos a los cambios, o nos quedamos atrás.

Duele crecer, y quien diga que no duele, miente. Pero ésta es la verdad: A veces, cuanto más cambien las cosas, más siguen siendo iguales. Y a veces… a veces el cambio es bueno. A veces, el cambio lo es todo.

jueves, 12 de enero de 2012

Materialismo en estado puro.

Materialismo. Es una de las palabras clave actualmente. ¿Quién, en el primer mundo, no es materialista? Hay pocos que no lo son, pero menos aún que reconozcan que sí. Vivimos en un lugar en el que lo más importante es tener. Tener. Tener. Tener. Es un vicio. Los oídos se agudizan cuando escuchan las expresiones "rebajas", "mitad de precio" o incluso "2x1".
Prestan atención a las ofertas, a los anuncios. A cualquier cosa que nos permita comprar pudiendo permitírnoslo... o incluso sin poder hacerlo. Yo misma hoy me he alegrado cuando me he enterado de que tendría un móvil nuevo, un móvil. Un teléfono. 
Este es nuestro mundo. Un mundo en el que la tecnología y la industria está a disposición del hombre para crear una vida menos natural y más material. Una vida en la que puedes llegar a tener más conversaciones escritas que habladas. 



Una vida en la que un móvil es más importante que una persona. En la que una televisión es más importante que una noticia. Y es que, la verdad,
 no me gusta vivir en un mundo en el que importa más recibir un móvil que recibir una llamada.

miércoles, 11 de enero de 2012

Lo dicho.





Aprender.




- A veces desearía poder dormir hasta los dieciocho años, saltarme toda esta mierda, el instituto y todo lo demás. Saltármelo todo. 
- ¿Sabes quién es Marcel Proust?
- ¿Es ese del que enseñas?
- Sí, un escritor francés. Un auténtico fracasado. Nunca tuvo un trabajo, sus amores fueron un desastre, gay... Estuvo veinte años escribiendo un libro que ya casi nadie lee, pero quizá sea el mejor escritor desde Shakespeare… En fin, él llego al final de su vida, echó la vista atrás y decidió que todos esos años en los que sufrió fueron los mejores de su vida, porque le moldearon. Los años de felicidad... perdidos, no aprendió nada. 


Pequeña Miss Sunshine