Te das cuenta al utilizar esa balanza de todo lo acontecido, tanto bueno como malo, y de cómo todas esas cosas han hecho que el 2012 comenzase de manera completamente diferente a como ha acabado. De personas que el 1 de enero estaban y el 31 de diciembre no, y viceversa. De relaciones que existían y ahora no, y al revés. De lo que no hubo ni a comienzos de año ni al final, pero sí durante él.
Y es que nuestra vida, nuestros días, se ven influidos básicamente por nuestro entorno, nuestras personas. Porque una acción que pueda cometer alguien puede cambiarte completamente. Las palabras de una persona un día suelto que se convirtieron en palabras continuas diarias. Las discusiones fortuitas que pudieron pasar a una rutina de imposible entendimiento. Los besos esperados convertidos en besos diarios. Los besos diarios convertidos en recuerdos pasados.
Es abrumador. Es completamente abrumador pensarlo. Hay montones de cosas que nos han ocurrido, que nos han cambiado, que nos han hecho sentir, pero hay unas pocas contadas que son las primeras que se nos han podido venir a la mente al pensar lo que ha cambiado todo durante un año. Incluso cosas que puede que ahora y hace 365 días (o 366), no tuvieran relevancia, pero que sí la tuvieron en cierto momento dentro de este periodo de tiempo. Hechos comenzados y terminados en el mismo año. Hechos importantes.
No nos vamos a acordar de la ropa que decidimos ponernos el primer día del año o de la pelea que tuvimos cierto día por una mala interpretación de un comentario. Nos acordaremos de aquellos que son importantes, y de los que no lo son pero lo fueron.
La verdad, 2012 ha sido un buen año, a pesar de todo lo malo. Por los buenos momentos, y lo que perderlos y sufrir por ello nos ha enseñado. Por haber aprendido de todo ello, y haber crecido como personas, de la manera que sea. Por los cambios. Los cambios malos, los buenos y los inusuales. Por habernos sorprendido con el comportamiento de las personas, y el nuestro propio. Por habernos dado cuenta de lo que somos. Porque nadie podía imaginar hace un año que 366 días después tantas relaciones hubiesen cambiado tanto. Porque no podíamos imaginar que 366 días después seríamos personas un poco más diferentes a lo que éramos antes. Por todo ello, ha sido un año bueno, malo, extraño, diferente, divertido, único.













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