jueves, 2 de febrero de 2012

Como un camaleón.

No sabemos nada. Claro, que siempre es una manera de hablar. Sí que sabemos ciertas cosas. Sé que 23 es más que 15,  que el perro y el gato no se llevan bien, que durante el día hay sol pero por la noche no. Sé incluso hacer algún barullo de cuentas y algunos datos de historia. Pero no sé mucho más. En definitiva, prácticamente no sé nada. Ni yo, ni nadie. Unos reducen ese "nada" un poco más, pero al fin y al cabo es lo mismo. 
¿No resulta frustrante? Hay miles de monumentos que nunca veré, miles de lugares en los que no estaré, y siempre habrá algo con lo que no me habré deleitado. Hay miles de personas que nunca conoceré. Qué digo miles... ¡Millones! No, no podemos conocerlo todo.
Y lo peor de todo no es no saber lo que están haciendo esas personas en la otra punta del mundo, no conocerlas nunca, o no saber cómo se comportan. Lo peor de todo es darnos cuenta de que, por mucho que pensemos lo contrario, no conocemos lo que creíamos que sí. 
Creemos que una persona es de una manera, que le llaman la atención una serie de cosas, que se enfada por otras. Que en ciertas ocasiones se comportará de un modo pero por lo general no, y cual camaleón, de repente cambia el color de su piel. Ya no. Ya no le gusta lo mismo, ni se enfada por lo mismo. Lo que antes le cabreaba ahora no, y viceversa. Entonces pensamos que cómo ha podido cambiar tanto, pero no nos damos cuenta de que, quizás, no haya cambiado. Quizás no la hayamos terminado de conocer, y es posible que ni siquiera hayamos empezado. 
Esto nos demuestra una cosa, y es que tan sólo somos capaces de conocer algo: A nosotros mismos. Sabemos cómo somos, y eso nadie nos lo puede quitar por mucho que nos digan. Si eres alegre, que no te hagan estar triste. Si eres avispado, que no te digan lo contrario. si eres inteligente, que no te llamen imbécil. Si eres increíble, que cojones, eres mejor que todos ellos.

Y si realmente nos creemos lo que nos dicen los demás de nosotros, es que ni siquiera sabemos conocernos a nosotros mismos, y entonces seremos tan sólo un camaleón. Justamente, como todos los demás. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario