Hacía mucho tiempo que no me pasaba por aquí, y supongo que porque últimamente no me ha ocurrido nada que me haya hecho pensar "joder, me tengo que desahogar". Pero hoy sí. Hoy me tengo que desahogar.
Hoy me tengo que desahogar para decir que estoy hasta las narices de que la gente sea hipócrita. Hoy me tengo que desahogar para decir que la gente va de buena, de amable, de "yo te escucho", de "yo te entiendo", de "yo he pasado por lo mismo", de "te digo todo esto mientras te jodes por mi culpa". Hoy me tengo que desahogar para decir que no entiendo a las personas. Que no entiendo por qué somos tan idiotas de confiar en quien no debemos, de pensar que los demás van a hacer por ti lo que tú por ellos, de creer que hacer las cosas bien nos soluciona la vida.
¿Hacer las cosas bien? Eso se lo inventó algún idiota que tenía una fe en la humanidad que bastante se alejaba de la jodida realidad. Haces las cosas bien porque crees que tienes que pagar un café en una cafetería porque te lo están sirviendo. Porque cómo no vas a devolver el libro de la biblioteca a tiempo. Porque él se merece una explicación después de todo este tiempo. Te crees que todo el mundo es bueno, que todo el mundo va a actuar como tú en cualquier situación, que todo el mundo tiene respeto por el resto de la gente, por las cosas que hace bien esa gente.
Y claro, resulta que después de pedir el café, el de la mesa de al lado se va sin pagar. Resulta que vas a por un libro a la biblioteca y no lo puedes coger porque alguien no lo ha devuelto antes. Resulta que a ti, explicaciones, no te dan ninguna. Y resulta que te das cuenta cincuenta veces de que tú haces las putas cosas bien, de que tú pagas, devuelves y explicas, y los demás no. De que tú respetas, de que tú te comportas, de que tú sabes ser persona. De que vaya cómo tiene que ser la estupidez humana que siendo "personas" tenga que entrecomillar la palabra, porque humanidad poca.
Y de esas 50 veces en las que te das cuenta de que tú haces las cosas bien por la gente y ellos por ti no, la primera puede no hacerte mucha gracia, la segunda molestarte, y las 47 siguientes joderte. Pero es que la última ya no. En la última sientes como si tus sentimientos de rabia, tristeza e impotencia se mezclasen, para desmoronar tu pequeña confianza en los demás y en ti mismo.
Yo creo que de pequeños nos cuentan mentiras como el Ratoncito Pérez o los Reyes Magos para prepararnos para descubrirlas. Para afrontar esas mentiras. Y es que no mucho más tarde que eso te toca enterarte de que no vas a vivir como en la infancia toda tu vida. Te toca enterarte de que es más fácil ser desdichado que afortunado, de que te empujan más manos de las que te tienden, y de que "hacer las cosas bien" es una cualidad que muy pocos poseen.
Y aunque pueda resultarme insuficiente, hasta aquí mi reflexión y desahogo.