Querer a pesar de no hablar, a pesar de no ver a la otra persona. Querer a pesar de que pase el tiempo y saber que eso es querer, porque no se te va de la cabeza. Querer tanto que lo puedas llamar "amar". Querer tanto que no veas más allá, que no te des cuenta de que has dejado de querer a alguien, porque te parece imposible que se haya acabado. Porque sí, el amor, como el odio, puede acabar algún día.
Querer no se decide, ni se aprende a hacerlo. Que Marcus Mumford ya nos cantó en Winter Winds aquello de que su cabeza le dijo a su corazón que dejase crecer al amor, y su corazón no le dejó. Y como a él, nos puede pasar al resto.
No se puede controlar querer.
"A ti simplemente lo que te pasa es que es tu puto mejor amigo y le quieres, pero como mejor amigo. Y te gusta, porque sabes que es el mejor amigo del mundo, que seguramente lo sea. Pero lo que te pasa es que es tan amigo tuyo que es difícil encontrar un sentimiento que supere al querer a un mejor amigo, y por eso tan sólo te gusta. Él es diferente a ti o a mi, tú eres como yo en prácticamente todo, y supongo que en esto también. No puedes encontrar ese sentimiento solo buscándolo, y no puedes pretender que él no lo haga".
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