domingo, 12 de agosto de 2012

¿Y si nadie se da cuenta cuando hayas desaparecido?

Un temor que todos tenemos, queramos o  no reconocerlo, es la soledad. Nos puede gustar muchas veces estar solos para pensar, recapacitar, incluso para pasarlo bien simplemente a solas. Pero a nadie le gusta estar "solo", en el sentido estricto de la palabra. 
Queramos o no, una parte muy importante de nuestra vida son las personas que nos rodean, las personas con las que compartimos el día a día, a las que queremos. Esas personas son las que, aunque te encuentres sin nadie más dentro de una habitación, están siempre contigo. Esas personas son aquellas que si faltasen no tendríamos nada. Aquellas que tenemos necesidad de tener, pero también necesidad de que nos tengan. 
El hecho de saber que cuentas para una persona como algo más que una compañía es necesario para cualquiera, de saber que eres importante en su vida, que te echará de menos cuando faltes. El saber que no cuentas sólo para ti mismo sino para los demás.
Y es que nadie, absolutamente a nadie, querría marcharse dejando a todo el mundo indiferente. Nadie querría darse cuenta de que nunca va a dejar un vacío, porque nunca ocupó ningún lugar. Yo personalmente, aunque pueda llegar a sonar incluso algo egoísta, si no soy capaz de dejar un mísero vacío a nadie, si nadie me recuerda aunque sea al contar una anécdota mientras toma una caña, si nadie se da cuenta cuando haya desaparecido, desde luego preferiría desaparecer.





domingo, 5 de agosto de 2012

Siempre creo que todo es una trampa hasta que se prueba lo contrario.

- ¿Creéis entonces que se trata de una trampa? - preguntó el conde.
- Siempre creo que todo es una trampa hasta que se prueba lo contrario -replicó el príncipe -. Razón por la que sigo con vida.

La princesa prometida (Willian Goldman).